Hasta qué punto es amenazante la globalización, en el sentido de que aparentemente nos está quitando nuestras identidades, al ser todos partes de una gigantesca masa cada vez más dependiente de la tecnología. Un supuesto proceso que comenzó con la llamada digitalización de la información y al parecer seguirá con la digitalización de la cultura, del conocimiento y después, con la misma naturaleza. ¿Estamos viviendo la condición final de la humanidad tal como la conocemos?. ¿Estamos llegando a los últimos días en esta realidad, proclamados por la escatología cristiana?
Algunos afirman que el progreso fue solo un mito, un mito de esos tiempos, antes de la caída del muro de Berlín, donde los jóvenes creían ingenuamente en algo llamado revolución. Pero al parecer ya no progresamos, y hemos perdido la esperanza en las revoluciones, que nos llevarían a lo que ahora consideramos utopías. No será, recordando a Baudrillard, que al parecer vivimos actualmente solo en utopías inmediatas, aparentes, dentro de un gigantesco simulacro de la realidad (la virtualización de la realidad) en esta época de realidades virtuales.
En esta cuarta exposición, Javier Ramos Cucho, nos mostró esa nueva condición humana, vinculada al gran simulacro, que él ha llamado: el humano genérico. Este ser, representado por esos cuerpos humanos con cables y protuberancias mecánicas a manera de extremidades, que nos acercan al concepto del cyborg, en el universo surrealista-expresionista del artista, podría ser considerado una alternativa más entre los simulacros de la realidad.
Dentro de este gran simulacro que es la vida contemporánea, no somos más que puntos en este universo de redes: Internet, Facebook, redes de telefonía celular, redes de cajeros automáticos, etc... Todos de alguna manera estamos conectados, interconectados por el mainstream global, del cual no podemos escapar. Así, el humano genérico es una abstracción más allá de las individualidades, que se pierde en el mar de las mencionadas redes.
Dentro de este gran simulacro que es la vida contemporánea, no somos más que puntos en este universo de redes: Internet, Facebook, redes de telefonía celular, redes de cajeros automáticos, etc... Todos de alguna manera estamos conectados, interconectados por el mainstream global, del cual no podemos escapar. Así, el humano genérico es una abstracción más allá de las individualidades, que se pierde en el mar de las mencionadas redes.
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