Como otros artistas mexicanos de su generación, apuesta por
un trabajo en el que el mensaje es tan importante como el aspecto formal. Se sitúa
muy cerca del arte conceptual de los años 60 y 70, por lo que a menudo su labor
es considerada una actualización revisada de los fundamentos base de esa tendencia.
En su producción utiliza los libros como medio para exponer
sus preocupaciones artísticas. El lenguaje escrito como vehículo de expresión
plástica, remite una vez más al conceptual de décadas pasadas y su característico andar
hacia la tan discutida cuestión de la desmaterialización de la obra de arte.
Sin llevar su postura a extremos tan radicales, Dávila comparte la idea de que
el objeto artístico debe alejarse tanto de caer en lo meramente ornamental,
como profundo debe ser su contenido. Por eso en su obra no hay estética por
estética.
Columna falsa, 2002. Vista de intalación. Cajas de cartón.
Obras como S, M, L, XL, son una reflexión acerca de los formatos
usados por los libros de arte en los últimos años. Mucha imagen y sucinta
información teórica es una realidad que
no sorprende si pensamos en el poder de lo visual frente a otros medios de
comunicación, responsables de que el libro se convierta en un bien suntuario,
de diseño, no de erudición. Por eso usa libros antiguos, los secciona y los
corta, alterando los significados escritos, poniendo en entredicho el valor
dado al ejemplar como objeto, cuya valía está más en su antigüedad que en lo
escrito. Ha perdido su función original, como el coche de otra de sus obras,
Auto-marca, que convertido en escultura deja su puesto en el uso cotidiano y
muta a pieza artística.
Dávila trabaja conscientemente en obras de difícil salida en
el mercado del arte, al que critica desde instalaciones de vida efímera,
producidas fuera de los circuitos artísticos habituales. Busca espacios
emblemáticos para encajar su particular juego de transformaciones, y una vez
encontrados trabaja como andamios, como el de Temporality is a question of
survival en el Camden Arts Centre de Londres. Estas estructuras metálicas son
su baza formal para hablarnos de funciones estéticas otorgadas a objetos que en
principio no tienen ninguna, de lo que implica “cubrir” cambiando la cara
habitual de la ciudad, y de proporcionar nuevas perspectivas del lugar,
ofreciendo su punto de vista sobre la importante participación del espectador
de la obra de arte, que debe contener además una seria dosis de compromiso
social.
En estudios para dibujos futuros, papeles arrugados, fotografías
de perfiles urbanos recortados sobre el cielo, donde es inventor de imaginadas
topografías, nos hace caer en la cuenta de que el arte debe proponer, abrir
realidades imposibles de sospechar, que sus ufnciones deben ir más allá de
coleccionismo contemplativos.
Elevación Nº2, 2003. Vista de intalación. Pintura y tablarroca.
Extraído del libro 100 artistas latinoamericanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario