Chicos
malhumorados y con los pelos de punta -a veces teñidos de rojo o verde-, chicos
malos enseñando los dientes e izando ese dedo medio delante de cualquier
objetivo. Chicos rabiosos que vociferan algo parecido al viejo rock and roll,
pero tal como sonaría desde algún antro del infierno. Gritan que “!No hay futuro!” Quieren la “¡Destrucción!” y han venido a tirar
por la borda los ya gastados sueños de paz y amor. Con ustedes, los Punks.
¡Punk!
Suena a interjección, a palabrota. No estamos lejos, pues en la lengua inglesa,
“punk” quiere decir algo muy similar a “basura” o “escoria”. El punk rock nació
-para algunos- en los años sesenta, de hecho hay quienes hoy en día sostienen
que los peruanísimos de Los Saicos
habrían sido el primer grupo punk del planeta, y es posible, si no lo pueden
creer, escuchen su single “Demolición”
(1965), y después díganme si no suena
muy punkie. Pero la controversia principal es acerca de si el Punk tal
como lo conocemos, es decir el que explosionó hacia la segunda mitad de la
década de los 70, se gestó en Londres o en New York. Hay fundamentos para
sostener ambas opciones como válidas.
Un poco de historia…
El Punk
fue mucho más que un movimiento juvenil, por lo tanto hay que tomar en cuenta
el momento histórico en el que se dio, tanto en los EE.UU como en el Reino
Unido. Eran tiempos de profundo descontento y crisis económica, la decepción
del estrepitoso fracaso de Vietnam para los yanquis y el desempleo sin
perspectivas de poder realizar un proyecto de vida para los británicos, todo
bien envuelto con el pesado velo de los años más duros de la Guerra Fría,
constituyen un marco histórico y social con consecuencias similares en ambos
países. Los jóvenes de uno y otro lado del Atlántico estaban frustrados, hartos
y muy, muy enojados. Sin importar en qué país se empezó a gestar, el Punk que
el orbe conoció –y que hoy reconoce- fue aquel grito salvaje y desaforado que estalló
en la cara de la misma reina Isabel II en Londres, allá por los años 76 y 77.
En los
años previos a esta revolución, el mundo
de la música ya había perdido la inocencia. El rock ya tenía sus propios mártires
y suicidas, lloraba a sus propios muertos, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrisson,
-los del club de la “J”- estaban todos bajo tierra. Por otro lado, el rock se había
ido profesionalizando y para el inicio
de los 70 muchos rockeros trataban de demostrar quién tocaba el solo de
guitarra más complejo y largo. O cuál baterista se mandaba con evoluciones
rítmicas de otra dimensión.
El rock ha muerto ¡Larga vida al rock!
El rock progresivo – o sinfónico - coexistía con el glam, el hard
rock, el country rock y, todos
ellos juntos, miraban de reojo y con antipatía a la gran estrella de la década:
David Bowie, quien era sin duda el
único que le ponía una dosis de renovación y fantasía al show biz. Las super
bandas como Fleetwood Mac, Supertramp, Yes, Pink Floyd o Genesis eran
“monstruos sagrados” o verdaderos intocables. El rock se había vuelto
“sinfónico”, incluso “operático” –
como en el caso de Queen -; en otras palabras, se había vuelto demasiado
“adulto”, casi como un sofisticado cuarentón. Sin embargo, en la periferia urbana
nacían -como parásitos del mal- otros sonidos, y eran otros los rostros anunciantes
de los tiempos que vendrían. Iggy Pop y Lou Reed eran los tíos malosos, que
inspiraban a los adolescentes y jóvenes más descontentos de la época a hacer
una música que les saliera de las entrañas.
Desde el
underground de cada ciudad, muchas bandas conformadas por chicos –y
chicas- de aspecto chocante y barato empezaban a poblar clubes de poca monta,
que un día serían leyenda, como ellos
mismos, léase: MC5, Patti Smith, The
Ramones, Televisión y el CBGB Club,
en New York. En Londres, Malcolm McLaren
junto a Vivienne Westwood, su
entonces esposa, y de unos años para acá reconocidísima fashion designer, se
ganaban las libras esterlinas con sus boutiques “Let it rock”, “Too Fast To
Live, Too Young To Die” y “Sex”, variando sus productos acorde a las tendencias
del momento. McLaren estaba muy interesado en generar polémica y lo hacía desde
sus negocios de ropa, cuyos diseños alternativos y provocadores seducían a
muchos jóvenes que se acercaban a ver qué había de nuevo y, principalmente, a
buscar diversión o pelea. Malcolm ya había incursionado en el show biz, había sido manager de The New York Dolls, legendaria banda
estadounidense, que era parte de esa “malsana” periferia musical. Muchos de los
chicos que iban a la boutique eran fans de los New York Dolls, así como de Lou Reed e Iggy Pop.
Un buen
día Malcolm decidió ser el manager de su propio engendro musical. Algunos habitués
de su negocio tocaban en una banda llamada The
Strand. Estos mocosos eran Steve
Jones, Paul Cook y Wally Nightingale,
poco después estaría con ellos Glen
Matlock, quien a su vez sería relevado en 1977 por Sid Vicious. Malcolm se convirtió en su manager y empezó a escribir
uno de los capítulos más escandalosos e interesantes de la cultura popular del
siglo XX.
Johnny Rotten |
“Juanito El Podrido” y sus compinches
Pero no
fue hasta que Malcolm conoció casualmente a un muchachito delgado y de cabellos
hirsutos y ¡verdes! Que la verdadera historia del Punk empezaría a escribirse.
En el verano de 1975, el joven John Lydon entró al negocio de Westwood y
McLaren en King’s Road, tenía puesto un polo con el logo de Pink Floyd… sobre
el cual había adherido con un imperdible la frase “Odio a…” (I hate Pink Floyd).
El efecto no pudo ser más inmediato ni impactante. Los demás miembros lo apodaron
Johnny Rotten, porque tenía la dentadura peor cuidada que se pudiera imaginar.
Y finalmente, con Jones, Cook, Matlock y Rotten como letrista, todos fueron
rebautizados como los Sex Pistols.
Rápidamente,
los Pistols se hicieron de una legión de fervientes y letales seguidores.Un
grupo de jóvenes del suburbio londinense de Bromley se convirtieron en fans y activistas de los Sex Pistols. The Bromley Contingent incluía –nada
menos- que a los futuros Steve Severin, Billy Idol y Siouxsie Sioux. Los Sex Pistols
lanzaron 4 sencillos: “Anarchy in the UK”, “God Save the Queen”, “Pretty
Vacant” y “Holidays in the sun” y un solo álbum “Never Mind The Bollocks, Here’s The Sex Pistols”, pero con esa
reducidísima producción -y apenas dos años y medio de carrera-, cambiaron por
completo la historia de la música popular, tal como lo habían hecho The Beatles
en los años 60, hubo con los Sex Pistols un antes y un después del Punk.
Gracias a
ellos The Clash se animó a tomar su
lugar en la escena punk mundial, y como ellos, muchos músicos notables
sintieron el llamado salvaje y libertario del “házlo por ti mismo”, y abandonando la inercia o falta de talento,
se lanzaron a gritar su rabia y aporrear sus instrumentos como armas letales.
El Punk regresó de un sopapo al rock a su verdadera edad, que nunca fue la de
un señorón conformista, sino la de un eterno joven cuestionador y enérgico. Y
de un buen puntapié lo regresó a su lugar: las calles. Las canciones duraban de
dos a tres minutos como máximo, casi no se escuchaban solos de guitarra, ya nadie
tenía que ser un virtuoso, ni tan siquiera saber tocar un instrumento o cantar
para ser un músico punk; sólo tenía que estar terriblemente enojado y ser muy
joven.
Las razones por las que el Punk no fue un
fracaso:
Así es. El
movimiento punk estuvo lejos de ser un fracaso. Sé que suena a broma pero es en
serio. Por el contrario, hasta el día de hoy, es posible que haya sido el más
exitoso de todos los movimientos contraculturales. ¿Por qué? Entre los
postulados de la ideología Punk estaba claro que no había ningún futuro para el
movimiento, y los verdaderos Punks nunca pensaron en cuanto tiempo duraría el
mismo. Este había nacido para, tras una intensa y fulminante existencia,
extinguirse.
Por otro
lado, tenían una apariencia tan chocante, con sus pelos erizados y pintados de
colores chillones, su maquillaje expresionista, los collares sadomasoquistas e
imperdibles, que no resultaban blancos fáciles para que la industria del
entretenimiento los absorbiera tan pronto como lo había hecho con los
anteriores –muy en especial con los hippies-.
El
“Feísmo” punk constituyó una verdadera barrera, difícil de “hermosear”. Hay que
recordar también que algunos Punks incorporaban esvásticas nazis a su
indumentaria, tan solo por fastidiar y escandalizar al mundo circundante. La
estrategia del shock visual era constante y los Punks se volvieron expertos en
ella.
El punk creía firmemente en que no había nada en que creer. Estaba seguro de que no existía futuro y que la anarquía –que siempre es transitoria y pasajera- era su único medio de expresión. No había un verdadero sustento político ni académico para esta locura, excepto una cosa: sacudirlo todo, hace temblar a todo el establishment. Y lo consiguieron.
Finalmente,
el imperdible, ese pequeño objeto utilitario casi insignificante, se convirtió
en uno de los iconos que evidenciaban la esencia de este movimiento: lo
desechable.
(Continuaremos
con el manual del perfecto Punk en una próxima entrega.)
Aquí los videos de "Anarchy in the UK" y "God Save the Queen", de los Sex Pistols.
Aquí los videos de "Anarchy in the UK" y "God Save the Queen", de los Sex Pistols.
1 comentario:
pUnk's nOt DEaD!
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