Así como el cómic o la animación en donde las capas de
estilos y elementos se superponen en una hibridez a la que la visualidad
contemporánea nos ha acostumbrado, Hernán Pazos superpone, muchas veces en esta
línea, imágenes, dibujos, “símbolos” (ya que si algunos de sus dibujos son
signos, su significado es oscuro y quizás se trate más bien de símbolos
privados, herméticos) y superficies creando nuevas figuras y fondos)
Con mayor libertad que en casos anteriores, Pazos llega a
una sintaxis más desestabilizadora, iconoclasta, exagerada, impulsiva y
expansiva. Esta superposición de planos con formas a veces casi figurativas o
geometrizantes, con borraduras, tonalidades, figuras planas o más expresivas,
dibujos esquemáticos o a veces casi perfectamente acabados, son un mayor
efercicio de libertad en donde la hibridez de lenguajes, motivos, materiales y
géneros aúnan el pasado y el presente de la obra del artista, y el pasado y
presente del diseño, el cómic, el lenguaje de la animación entre otros, y
superponen historias e imágenes para crear o re-crear la suya propia, la imagen
de su psique, sus estados y emociones. Este look da una impresión a veces
caótica, rítmica otras, de un collage exuberante y expresivo.
Las series de diez pinturas al óleo y técnica mixta, once
técnicas mixtas sobre papel y tres fotografías intervenidas participan de esta
hibridez, libertad expresiva y superposición de motivos y técnicas.
Pazos no busca la proporción perfecta. Y si Narciso se mira
y se enamora de la imagen que ve, que resulta ser la suya aunque él no lo sepa,
Pazos se mira y busca su imagen. Se mira y, a base de componer y recomponer, de
superponer sus partes, quiere encontrarla. Encontrarse.
Su lenguaje que se nutre de estilos y modos de esta nueva
visualidad es sobre todo un lenguaje de imágenes. Si hay motivos nuevos que
unen o conectan los lienzos recuperados, transformados, no están cargados de
significado. No lo tienen. Son imagen.
Ana María Rodrigo Prado
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