Los cuadros de Raqib Shaw recurren auna mezcla premeditada de referencias cruzadas, cuidadosamente seleccionadas: imágenes obtenidas de fuentes tan variadas como la pintura del Renacimiento, los grabados en madera japoneses, la iconografía hindú y la estética de la artesanía tradicional se entremezclan con promiscuidad en las mismas superficies relucientes.
El aspecto de joya de sus cuadros, logrado mediante el uso de materiales tales como pintura metálica de coche, esmalte dorado para vidrieras y pequeñas piezas brillantes, atrae a los espectadores para confrontarlos con escenas que oscilan entre lo hermoso y lo grotesco y en las que el placer erótico puede devenir en abuso en cualquier momento. La opulenta utilización que Shaw hace de los materiales, combinada con su voraz imaginería y su interés por los relatos morales medievales y renacentistas, critica el deseo de poseer lujos como los aparentemente representados por sus creaciones. En una reciente serie, Shaq se inspita en los retratos que Hans Holbein realizó de las esposas de Enrique VIII.
En Jane (2006), los abyectos embellecimientos prácticamente enmascaran la representativa imagen de Jane Seymour, profanan la plácida compostura del cuadro e invocan los violentos tumultos del periodo. Shaw logró por primera vez renombre internacional con su serie Garden of Earthly Delights (2003-2005), una secuencia de paneles pintados que alude a las vividas visiones representadas por el cuadro epónimo de El Bosco (c 1500). Unas criaturas híbridas lucha y copulan en un paisaje salpicado de azul y dorado, con una flora y una fauna ejecutadas con exquisito detalle. Las deliciosamente depravadas escenas de Shaw seducen y enfrentan al espectador codicioso a las más oscuras fantasías.
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