1968. San José, Costa Rica
La obra de esta artista se articula de manera polisémica en
una zona límite que devela los aspectos oscuros y contradictorios de las
relaciones humanas, y los ambiguos equemsa de poder y subordinación que rigen
estas relaciones a muchos niveles. No es casual pues, que la iconografía
deportiva, y sobre todo del fútbol, haya sido un punto de partida importante
desde sus inicios y que el juego sea una referencia recurrente a lo largo de su
carrera, así como los matices de lo femenino. Aborda este tema específico desde
la subalternidad, pero dentro de una óptica poco complaciente con la visión
unilateral de la victimización, al plantear sutilmente ciertas complicidades
que la permiten.
Su obra obliga a una lectura más compleja y menos lineal que
las interpretaciones tradicionales de género: va más allá de lo femenino o masculino
para hablar de poder en general, incluyendo lo perverso que puede ser el poder
no-dicho de la víctima. Sin embargo, sí se refiere abiertamente a la fragilidad
y a la intimidad con piezas realizadas en toallas higiénicas que remiten a
aspectos identitarios absolutamente femeninos, como sus Pantalones( para días
de menstruación) relizados a fines de los 90, o el Cuarto de aislamiento y
protección(2011).
Gran parte de su obra se nutre de su experiencia en un
contexto de agresión; sin embargo, sus planteamientos logran trascender la
propia intimidad –evita implicarse en su explicitación –y más bien se
convierten en una forma de mirar y analizar una sociedad coercitiva y
culpabilizante, y de enfrentar los fantasmas personales. Percibe lo cotidiano
como un poder velado capaz de generar profundo terror, de desencadenar temores
y obsesiones reprimidas: mediante la transformación semántica de los usos
comunes y la alteración sutil de escenas cotidianas, insertando siempre un
elemento siniestro. Su obra ha sido formalmente innovadora pues la construcción
de sentido se inicia desde el escogimiento del material pintura sobre telas de
mobiliario, bordados y caligrafía. Pionera en el lenguaje audiovisual, su
lección de Maquillaje, fue el primer video centroamericano presentado en una
bienal internacional (Sao Paulo, 1998).
Sus referencias por lo general son más cinematrográficas que
teóricas o históricas, y en algunos casos, literarias, como sus lecturas de
Bataille. Las otras “lecciones” como Morir de Amor (2000), siguen ligadas a
estructuras de conducta estereotipadas en relación con la seducción o el
abandono.
A lo largo de su producción, amplia, consistente y diversa,
hace un alineamiento semiótico de contrarios, que se enriquecen dentro de este
mismo contrapunto, así como de la sabiduría popular y sus mitos, y del
psicoanálisis. Formalmente, también puede constatarse un contrapunto ente el
proceso de producción en serie y la huella o el gesto de la artista en la
realización de las piezas, lo cual envuelve más eficazmente al espectador.
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