1944.Buenos Aires, Argentina.
Protagonista
perturbador de la vanguardia de los años 60 en la Argentina, este artista
fue, siempre, un observador activos de los puntos de ruptura, de las grietas
por las que se filtran los destellos de lo nuevo.
Después de un incipiente interés por la pintura y por la
escultura)que se materializó en una serie de dramáticas figuras de vietnamitas
que guardaban y traducían en un nuevo registro el impacto que le habían
producido las paradigmáticas Muñecas Bravas de Pablo Suárez), se introduce en
el terreno fértil que el happening habilitó para la creatividad en los años 60.
El cuestionamiento
del estatuto del objeto artístico que investiga con sus experiencias
proto-conceptuales (cuando realiza la maqueta de una obra que debía ser construida
mentalmente por el espectador) es el paso necesario para la articulación de sus
intervenciones en el espacio urbano y para la experimentación con los medios de
comunicación.
Pero antes se produjo el contacto decisivo con Oscar
Masotta, cuando conoce sus conferencias sobre Pop y viaja con él a Nueva York.
La experimentación con los medios alcanza un momento radical con las Experiencias
68 realizadas Di Tella, donde presenta un teletipo desde el que transmitía los
cables del Mayo Francés de la agencia France Press. En 1968 participa en la
muestra interdisciplinaria Tucumán arde. Después escribió contundentes piezas
de reflexión estética.
Desde fines de los 90 investiga sobre las más diversas
expresiones del trabajo asociativo (Bola de Nieve, Venus, la revista Ramona) y
también sobre problemáticas ligadas a la vulnerabilidad del control. Esto es lo
que puso en escena su instalación Darkroom, compuesta por cabinas con
auriculares, en la que podrían verse ocho canales de video, y un espacio
oscuro, con performers enmascarados, en el que se reducían radicalmente las
certezas perceptuales. Se ingresaba con una cámara infrarrojos en un ámbito en
el que se perdía el sentido de la distancia y se producía una angustiante
sensación de aislamiento, de soledad. Un ámbito de experiencias que nuestra
mente registraba rápidamente, acumulando las sensaciones de extrañeza que se
aceleraban ante las imágenes poco precisas de cuerpos en movimiento. Un
conjunto de visiones cercenadas, producida entre el deseo de ver y la
dificultad para desplazarse . Un contacto con nuestros propios límites.
Su prácticas investigan materiales e ideas. Desde la
organización del Área Sociedades Experimentales (que funcionó en el ámbito de
la Universidad de Buenos Aires durante el 2004) convocó a un grupo de
investigadores que reflexionaron sobre el pensamiento de Fourier y realizó una
serie de reuniones de experimentación que fundaron la Zona Autónoma Temporaria:
un campo de reflexión sobre la interacción entre las personas y un ámbito para
imaginar nuevas relaciones sociales.
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