De procedencia netamente pictórica – desde agrupaciones
artísticas como El Puente o El jinete Azul – el expresionismo alemán se desarrolló
también en otros ámbitos del arte, entre ellos el cine. Si bien hasta fines de
la década de los 20 las cintas cinematográficas carecían de sonido y color, sus
herramientas expresivas se vieron potencializadas por la arquitectura.
EL EXPRESIONISMO, EL CINE Y LA ARQUITECTURA.
En muchas ocasiones lo arquitectónico en el formato
cinematográfico no se limita sólo a su papel figurativo, tectónico o
continente, sino que es utilizado también como medio comunicacional, como lo
puede ser en la ciudad, pero esta vez –en el cine- liberándose de la “carga” de
funcionalidad utilitaria que posee intrínsecamente. Teniendo entonces como
principal función transmitir un mensaje, puede acentuar las percepciones en el
espectador al reforzar las sensaciones de un personaje, evidenciar un trasfondo
psicológico, o recrear l densidad de atmósfera.
Así, el cine expresionista alemán nos entregó muestras
latentes de aquello.
El expresionismo en el cine tuvo su punto iniciático e
icónico en El Gabinete del Dr. Caligari (Robert
Wiene, 1919), cinta de mención excluyente al hablar de la expresividad
arquitetónica lograda como soporte a su desarrollo ficcional. Entre otras le
siguieron películas importes como EL Golem ( Carl Boese, Paul Wegener, 1920),
Nosferatu (Friedrich Murnau, 1922) y Metrópolis (Fritz Lang, 1927), ésta última
–también- un referente en cuanto a la utilización expresiva de imágenes y
espacios arquitectónicos.
Luego de la primera Guerra Mundial, el cine expresionista
alemán apareció en un contexto de desolación y destrucción, secuelas propias de
un conflicto bélico.
Como en otras disciplinas, en el cine la intencionalidad de
esta tendencia se orientó a desarrollar el potencial expresivo de ciertos
elementos para intensificar sensaciones o situaciones, presentando una visión
deformada de la realidad. Visión que, más que deformación, fue una
reinterpretación subjetiva, una lectura susceptible a diversas connotaciones.
Lo real como mensaje fidedigno pasaba a ser entonces sólo un punto de partida.
Ya en el ecran, el expresionismo se reflejó en el trabajo de iluminación, vestuarios, maquillaje, actuaciones, lenguaje gráfico y desarrollo escenográfico.
Acorde con la temática de algunas de sus películas, el contraste entre luz y sombra aparece remarcado, si bien se han mencionado las limitaciones técnicas de la época como responsables del acentuado claro oscuro y la textura de las imágenes.
Sin embargo, algunos de estos títulos conformaron una estética que sería el referente para otras cintas posteriores.
Podemos aludir acá la clave baja del film noir d elos años 40 y 50, y su estilización cromática orientada hacia la recreación de atmósferas húmedas y saturadas de “nocturnidad”; como en el caso alemán, intención también expresionista.
Como lo hace con el exterior y lo interior o lo público y lo privado, la arquitectura trabaja también con las relaciones entre la luz y la sombra, al igual que la cinematografía. Dentro del expresionismo alemán cabe mencionar casos como El gabinete del Dr. Caligari, donde las sombras se vuelve una eficiente herramienta expresiva, siendo incluso algunas de estas literalmente pintadas sobre la escenografía construida. Así mismo Nosferatu, con su clave baja y trabajo de sombras y siluetas logra n efecto similar. En la clásica escena donde el conde Orlock sube unas escaleras y su sombra estilizada acentúa su halo tenebroso, resulta incluso posible una lectura inversa que implica al formato mismo: mientras el proyector cinematográfico expedía un has de luz que proyectaba sobre un ecran imágenes gieles a lo registrado en el soporte –en ese entonces cinta de nitrato-, dentro de aquella ficción representada una humana fuera de encuadre proyectaba ya no luz, sino una sombra, no fidedigna, sino más bien distorsionada. Mientras en aquellas primeras décadas del siglo XX el cine se jactaba de captar la realidad más perfectamente que la pintura o con movimiento a diferencia de la fotografía, cintas como las mencionadas inspiraban a algo más allá de la capacidad documental del formato, evitando a su vez el atractivo simplemente visual de los efectos especiales.
La condición muda del cine hasta fines de los años veinte
generó de modo natural el desarrollo de ciertos elementos ante la ausencia de
diálogos. En el expresionismo alemán, la teatralidad y sobre actuación de
algunos actores reforzaba la percepción de los sentimientos y conflicots de sus
personajes, apoyándose esto también en el trabajo de maquillaje que marcaba y
potenciaba gestos y líneas faciales de expresión.
Por su parte los vestuarios, asumiendo también la ausencia
del color en el formato cinematográfico, desarrollaban una relación cromática
directa: villanos con trajes oscuros –como el sonámbulo Cesare en Caligari, o
el conde Orlock en Nosferatu, y damas que representaban la pureza y la bondad
con trajes claros. Incluso la estética gráfica en los afiches, los títulos y
créditos al inicio de las películas, así como los intertítulos- que permitían
seguir la ilación de las historias- en el transcurso de las mismas, generaron
un lenguaje reconocible y expresivamente efectivo.
Entre las cuatro películas mencionadas inicialmente, además
de ser todas catalogables como expresionistas, caben otras coincidencias como
la de sus personajes malvados: tanto Cesare, el Golem, Knock y el androide
María estaban subordinados a las órdenes del Dr. Caligari, el rabino Loew,
Nosferatu y el científico Rotwang respectivamente.
Sin embargo, en cuanto al contexto urbano en estas cintas
cabe una diferencia marcada en una de ellas, mientras las otras tres
transcurren en poblados relativamente pequeños, Metrópolis se desenvuelve en
una ciudad futurista y distópica, más complicada, más complicada que compleja.
En palabras de Grahan Cairns: “Filmada y presentada a veces de modo convencional
y a veces a base de algunos efectos especiales, como encadenados y destellos de
luz superpuestos, la ciudad representada en estas imágenes se convierte en algo
exagerado, sobre enfatizado, visionario, delirante, lejos de ser una imagen con
propósitos realistas. Era una visión, una representación interna, una idea y un
concepto que dieron lugar a una película impresionante.
EL GABINETE DEL ARO. CALIGARI
Si bien metrópolis fue declarada patrimonio de la humanidad
por la UNESCO, el caso de El Gabinete del Dr. Caligari rsulta paradigmático en
cuanto a su condición de cine expresionista. Roland Schneider describe así esta
condición:
“El expresionismo estructural de Caligari contruía, en un
estilo retorcido, un universo fantástico y totalmente irracional de sueños e
imágenes oníricas que intensificaban la angustia del alma hasta la locura. Las
escaleras de los decorados, el vestuario deforme, la pantomima exagerada de los
actores y la puesta en escena con formas retorcidas, dentadas en zig-zags
lineales y fulgurantes, insistían en la distorsión de los objetos y la
yuxtaposición disonante de las zonas de luz y las de sombra”
Es también en esta película que la arquitectura
cinematográfica se aplica de modo excepcional como una herramienta expresiva
plena y efectiva. El Gabinete del Dr.
Caligari gira alrededor del relato de Francis -uno de los personajes
principales- a su acompañante en la secuencia inicial de la película. Lo visto
a continuación es la escenificación de este relato, el cual transcurre en
espacios arquitectónicos interiores desproporcionados, estilizados o exagerados
no sólo por sus dimensiones, sino también por un desarrollo pictórico y
ornamental importante. En el caso de los exteriores sugeridos, el perfil urbano de la localidad
representada muestra casas de formas retorcidas, con puertas y ventanas con
ángulos que las hacen utilitariamente disfuncionales, pero que le dan una
funcionalidad comunicativa dentro de los códigos narrativos del film. Esta
visión distorsionada del mundo, de las casas y de las calles, cobra coherencia
al ser el relato producto de la imaginación de un demente.
Acerca de la tectónica de esta arquitectura, cabe señalar
que no son –como es obvio- edificios o espacios urbanos reales utilizados como
locaciones. Se trata entonces de una representación escenográfica desarrollada
para el film, la cual sin embargo no es, ni intenta ser, una imagen fidedigna a
algún referente arquitectónico, sino que se presenta más bien como una
interpretación subjetiva. Y a estos hechos podemos adicionar otro factor más:
esta interpretación se aleja en algunas secuencias del factor volumétrico de la
arquitectura, al graficar – en las tomas de supuestos exteriores- el perfil
urbano en planos bidimensionales a modo de lienzos, como si de un gran cuadro
expresionistas se tratara. Y en este hecho descrito que radica otro de los
factores singulares de una película como El Gabinete del Dr. Caligari, la
conjunción de diferentes disciplinas interactuando eficientemente. Lo teatral
de algunas actuaciones, lo pictórico como herramienta comunicacional, lo
expresivo de la arquitectura propuesta, todo esto conjugado coherentemente bajo
el formato narrativo d ela cinematografía.
Y es en el último factor mencionado que radica otra de las
virtudes de Caligari: las distintas connotaciones que asume el concepto de
narración.
Al propio esquema narrativo cinematográfico –el cual gana en
complejidad e interés con las secuencias las presencias de la narración oral-
pues bajo la situación inicial de “lo narrado” oralmente se desarrolla el film –
y de la narración escrita – cuando parte de la leyenda del Dr. Caligari es
leída en un viejo libro-. Así como la palabra oral es representada por los
actores – más no registrada sonoramente-, la palabra escrita es mostrada en primeros
planos en algunas páginas del libro mencionado, y se incluye también la palabra
como hecho gráfico dentro del lenguaje cinematográfico, esto en la secuencia en
que el encuadre se satura de textos representando una atmósfera agobiante que
tiene al Dr. Caligari como centro.
Si bien el cine expresionista alemán denota en su definición
una nacionalidad, el caligarismo – término también usado para denominarlo- es
tal vez, por universal, más exacto. La influencia de aquella cinta y de aquella
estética se extendió mucho más allá de un país y más allá de una época, y
continúa siendo punto de referencia para más de un realizador.
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