Viviendo la posteridad


Ya estamos instalados en la posteridad. En cada pequeño acto de nuestra vida cotidiana, está la intención de dejar una pequeña huella, una marca. Por ejemplo, en el mensaje que dejamos en nuestra red social favorita, ese que todos leerán si nos morimos antes de desactivar la cuenta; en las fotos de la última fiesta o reunión, que colgamos presurosos y exhibicionistas. O en los blogs que llenamos con nuestras obsesiones preferidas.

Vivimos para una imaginaria posteridad, cuando menos podemos jugar a que esta existe, y tomar la delantera eternizándonos en mensajes, ideas y opiniones.

Por eso invitamos a quien lo desee, a dejar una huella en este espacio.


viernes, 24 de agosto de 2012

Joy Division | Closer



Sello discográfico | Factory
Producción | Martín Hannett
Dirección artísitca | Peter Saville
Nacionalidad | Reino Unido
Duración | 44: 23

<Es casi como si al componer este álbum hubiese contribuido a su estado anímico: se sumergió en el…>


Veinticinco años después sigue siendo imposible separar la inquietante atmósfera de la música de Joy Division de la desintegración de la personalidad de su cantante y su muerte repentina. Aunque su debut de 1979 Unknown Pleasures asomaba la cabeza por el abismo, por entonces solo se trataba de música.
No así con Closer, Comparado con su violento y más convencional predecesor, Closer es un notable salto cualitativo. Las canciones se apartan de la fórmula de inspiración punk de los primeros años de la banda. Si parte de la oscura atmósfera de Unknown Pleasures procedía del empleo revolucionario de los efectos digitales del productor Martin Hnnett, aquí la música es extraña en sí misma: de los raros, marciales ritmos de <Colony> a las guitarras histéricas de <Atrocity Exhibition>. El añadido de sintetizadores (de forma notable en <Isolation> y <Heart And Soul>) ratifica que de haber continuado Curtis en la banda esta hubiese acabado sonando como New Order.


El ambiente que Hannett crea aquí es prácticamente un instrumento en sí mismo. Si antes abasteció de un background oscuro el asalto del grupo, aquí sus característicos tratamientos de ecos y reverberaciones constituyen parte del esqueleto de las canciones, llevándolas, de alguna manera, al punto máximo de desolación y contundencia de su tristeza.
Pero es en las tres canciones finales – la desesperada <Twenty Four Hours> y las derrotadas <The Eternal> y <Decades>- donde uno puede ver, con perspectiva, que no existía separación entre el tormento personal de Curtis y sus deprimentes letras. La lápida de la portada, pensada por el grupo tiempo antes del fallecimiento del cantante, puede ser una desafortunada coincidencia, pero se hace difícil interpretar este punto final en forma de disco como cualquier otra cosa que no sea una nota de suicidio. 


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