Viviendo la posteridad


Ya estamos instalados en la posteridad. En cada pequeño acto de nuestra vida cotidiana, está la intención de dejar una pequeña huella, una marca. Por ejemplo, en el mensaje que dejamos en nuestra red social favorita, ese que todos leerán si nos morimos antes de desactivar la cuenta; en las fotos de la última fiesta o reunión, que colgamos presurosos y exhibicionistas. O en los blogs que llenamos con nuestras obsesiones preferidas.

Vivimos para una imaginaria posteridad, cuando menos podemos jugar a que esta existe, y tomar la delantera eternizándonos en mensajes, ideas y opiniones.

Por eso invitamos a quien lo desee, a dejar una huella en este espacio.


lunes, 26 de septiembre de 2011

EL LÁTIGO DE LA QUERENCIA: DESDE VON SACHER MASOCH HASTA LOU REED




 Leopold Von Sacher Masoch

 
Cecilia Medo 


Se podría pensar que un látigo muy largo tuvo que ser utilizado para unir de un certero golpe los nombres de Leopold Von Sacher Masoch, escritor austríaco del siglo XIX, con el de Lou Reed, eleterno príncipe del terciopelo subterráneo de New York. A continuación, un breve análisis sobre una novela y una canción, a través de las cuales ambos personajes comparten su fascinación y morbo por el S&M, es decir, el dolor físico y la sumisión como formas de alcanzar el más alto grado de placer sexual.

Leopold Von Sacher-Masoch fue un escritor austriaco –nacido en Lemberg, territorio de la Rusia actual-, que pasaría a formar parte de la historia de la literatura mundial por haber escrito la novela Venus Im Pelz, “La Venus de las Pieles”, considerada la biblia de aquello que después se conocería como masoquismo -sí, la palabra proviene del apellido de Masoch-. Leopold hizo mucho más que escribir una novela, acuñó el nombre de una forma "perversa" de practicar el erotismo, aquella que no conoce el placer sin el dolor y sin la total dominación y/o sumisión del otro.

En ella, Von Sacher-Masoch no tuvo remilgos en relatar buena parte de su vida íntima. De hecho, él y una tal Fanny Von Pistor fueron cómplices en un experimento por demás osado. Firmaron un acuerdo mediante el cual durante seis meses ella, Frau Von Pistor, estaría a entera disposición de Herr Von Sacher-Masoch para así ella, enfundada en pieles de armiño, mostrarle su lado más despiadado. Por su parte Leopold se comprometía a ser su siervo y cumplir todos sus deseos, a cambio de gozar de su exquisita crueldad. Así nació Venus Im Pelz en 1870.

Von Sacher-Masoch se casaría tiempo después con otra dama; pero el látigo que moraba en su alma nunca sería guardado ni mucho menos desechado. A lo largo de su vida, Leopold demandaría de todas sus mujeres lo mismo: la más implacable crueldad, la humillación progresiva de sí mismo, que llegaría -de ser preciso- hasta la infidelidad consentida. Porque él no podía evitarlo, solamente así, convertido en ese sumiso cordero deseoso de ser sacrificado en el altar de Eros, lograba sentirse vivo y experimentar el más increíble placer, que él mismo calificara de “supra sensual” por su intensidad, la cual una vez conocida resultaba imposible olvidar.

En la ficción, Leopold se convierte en Severin, y las mujeres de su vida, hasta donde se les conoce, desde Fanny Von Pistor hasta Angelika Aurora Rumelin, su esposa -quien lo abandonara por otro hombre-,se convierten en Wanda, el nombre de la dama castigadora, la dominatrix por excelencia. Y es aquí que, casi cien años más tarde, Lou Reed y John Cale entrelazan sus propios látigos y reviven esta historia. A saber, hacia 1964 Lou Reed formó junto a John Cale la célebre banda de rock –considerada por muchos como proto-punk también - The Velvet Underground, patrocinados por Andy Warhol. Reed compuso unos versos inquietantes que contaban la historia de Severin y su Venus, con látigo y pieles de armiño. Es decir, la historia de Masoch en clave de rock experimental, arty y edgy. La canción, compuesta en 1966 y grabada en 1967, también estuvo destinada a pasar a la historia desde sus primeros acordes. Lou Reed y John Cale decidieron que el sonido debía ser distinto, perturbador, abiertamente enrarecido. Entonces se les ocurrió afinar todas las cuerdas de la guitarra en un mismo tono –aunque en distintas octavas-, junto a la cacofónica viola de Cale, efecto al que bautizaron como “Ostrich Guitar” o “efecto Avestruz”. Basta con escuchar los primeros acordes para sentirse sumergido en un líquido extraño, otra dimensión sonora y sensorial. La letra hablaba de unas botas brillantes, ora de terciopelo ora de cuero, de sonrisas en la oscuridad y de ella, la Venus, vistiéndose de pieles para su siervo, que la esperaba ansioso, de rodillas, preparado para la sesión de amor/dolor.

Lou nos cuenta entre risitas malévolas sobre los latigazos que Severin recibe con el rigor que el amor exige, mismos que le son prodigados por su implacable señora, “para así curar su corazón”. El tema apareció en el álbum "The Velvet Underground & Nico" y marcó la corta pero fructífera trayectoria de esta banda, y en especial la de Lou Reed, quien después, en solitario, siempre exploraría esos y otros submundos del ser y el estar, aunque esa ya es otra historia. De momento nos quedamos con Leopold y Lou unidos por este sensual chicote.


Edición alemana de la obra
 ¿Por qué Leopold la vestiría de pieles? Nos atrevemos a ensayar alguna que otra teoría. Es sabido que las pieles han sido un símbolo de realeza en Europa. De hecho, los mantos de armiño siempre han sido distintivos de reyes y reinas. Y se sabe también que, para conseguir las pieles más perfectas y finas, se somete a los pobres animales al horrible tormento de ser despellejados vivos. Una práctica inequívocamente sádica, e indicadora por eso mismo de su innegable relación con el poder. Juntemos la majestad de las pieles ya convertidas en lujosos abrigos, mantos y estolas, acariciando la suave piel de esta Venus emparentada en el imaginario visual -y en clave de cartoon- con Cruella De Ville; paralelo que resulta medianamente plausible. Entonces, cuando Lou acepta trocar el armiño por el brillante cuero negro, queda establecido un cliché dentro de la estética del S&M: cuero negro y látigo, que no son otra cosa que piel sobre piel, y herida sobre herida.

A media voz, como cuando se cuenta un terrible secreto, así canta Lou esta canción. Nos habla de lágrimas y sueños de colores, de cansancio y hastío; de la necesidad de recibir el golpe redentor de alguna implacable ama y señora. Y lo escuchamos reír, mientras nos describe a Severin de rodillas, felizmente humillado. Severin, aquel habla siempre muy bajito, como desde un indescifrable y permanente éxtasis, mientras la perversa Wanda dice: " … La naturaleza se os presenta como algo hostil; a los risueños dioses de Grecia nos habéis convertido en diablos y a mí, como a todas las diosas, me habéis transformado en una diablesa...Lo único que sabéis hacer es, o bien desterrarme y maldecirme o bien inmolaros como víctimas ante mi altar, poseídos por una locura propia de bacantes...”

Cien años más tarde, Lou Reed se dirige a la diosa, con la reverencia del caso, en esta suerte de piadosa oración: “Besa la bota, la bota de cuero brillante, cuero brillante en la oscuridad,
La lengua de cuero, la correa que te aguarda, azótalo querida Señora y cura así su corazón”. Amén.


Lou Reed en sus inicios


2 comentarios:

Anónimo dijo...

No sabía que esa canción era un homenaje al masoquismo...

Cecilia Medo dijo...

Bueno, pue si, creo que eso fue lo que Reed hizo, hay que recordar que Lou no era un compositor precisamente romántico...