Viviendo la posteridad


Ya estamos instalados en la posteridad. En cada pequeño acto de nuestra vida cotidiana, está la intención de dejar una pequeña huella, una marca. Por ejemplo, en el mensaje que dejamos en nuestra red social favorita, ese que todos leerán si nos morimos antes de desactivar la cuenta; en las fotos de la última fiesta o reunión, que colgamos presurosos y exhibicionistas. O en los blogs que llenamos con nuestras obsesiones preferidas.

Vivimos para una imaginaria posteridad, cuando menos podemos jugar a que esta existe, y tomar la delantera eternizándonos en mensajes, ideas y opiniones.

Por eso invitamos a quien lo desee, a dejar una huella en este espacio.


domingo, 18 de diciembre de 2011

HUMANO GENÉRICO: Sobre la obra de Javier Ramos Cucho escribe Rafael Llimós

Hasta qué punto es amenazante la globalización, en el sentido de que aparentemente nos está quitando nuestras identidades, al ser todos partes de una gigantesca masa cada vez más dependiente de la tecnología. Un supuesto proceso que comenzó con la llamada digitalización de la información y al parecer seguirá con la digitalización de la cultura, del conocimiento y después, con la misma naturaleza. ¿Estamos viviendo la condición final de la humanidad tal como la conocemos?. ¿Estamos llegando a los últimos días en esta realidad, proclamados por la escatología cristiana?
 
Algunos afirman que el progreso fue solo un mito, un mito de esos tiempos, antes de la caída del muro de Berlín, donde los jóvenes creían ingenuamente en algo llamado revolución. Pero al parecer ya no progresamos, y hemos perdido la esperanza en las revoluciones, que nos llevarían a lo que ahora consideramos utopías. No será, recordando a Baudrillard, que al parecer vivimos actualmente solo en utopías inmediatas, aparentes, dentro de un gigantesco simulacro de la realidad (la virtualización de la realidad) en esta época de realidades virtuales.
  
En esta cuarta exposición, Javier Ramos Cucho, nos mostró esa nueva condición humana, vinculada al gran simulacro, que él ha llamado: el humano genérico. Este ser, representado por esos cuerpos humanos con cables y protuberancias mecánicas a manera de extremidades, que nos acercan al concepto del cyborg, en el universo surrealista-expresionista del artista, podría ser considerado una alternativa más entre los simulacros de la realidad.

Dentro de este gran simulacro que es la vida contemporánea, no somos más que puntos en este universo de redes: Internet, Facebook, redes de telefonía celular, redes de cajeros automáticos, etc... Todos de alguna manera estamos conectados, interconectados por el mainstream global, del cual no podemos escapar. Así, el humano genérico es una abstracción más allá de las individualidades, que se pierde en el mar de las mencionadas redes.

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