Viviendo la posteridad


Ya estamos instalados en la posteridad. En cada pequeño acto de nuestra vida cotidiana, está la intención de dejar una pequeña huella, una marca. Por ejemplo, en el mensaje que dejamos en nuestra red social favorita, ese que todos leerán si nos morimos antes de desactivar la cuenta; en las fotos de la última fiesta o reunión, que colgamos presurosos y exhibicionistas. O en los blogs que llenamos con nuestras obsesiones preferidas.

Vivimos para una imaginaria posteridad, cuando menos podemos jugar a que esta existe, y tomar la delantera eternizándonos en mensajes, ideas y opiniones.

Por eso invitamos a quien lo desee, a dejar una huella en este espacio.


viernes, 24 de agosto de 2012

Paul McCarthy



1945 Salt Lake City (Utah), EE UU / reside y trabaja en Los Angeles (California), EE UU


<El cine y la televisión me han producido siempre un sentimiento de fascinación, ppero nunca he querido ser parte de esa industria; me interesa más parodiarla y reírme de ella>

Desde finales de los años sesenta, Paul MacCarthy trabaja con toda una variedad de medios; su interés es la <pintura como acción>: la performance, la instalación, que forma el contexto espacial de sus acciones, y la cámara de video como un aparato que dirige la mirada (voyeurista) del observador. Con <Bavarian Kick> 1987, McCarthy amplió su repertorio formal con esculturas equipadas, en parte, con motor, que actúa en su lugar. En el centro de sus performances se encuentran conflictos o <dilemas> de (<Carter Replacemente Mannequin>, 1980), del ama de casa (<Mother Pig>, 1983) o también del artista (<Painter>, 1995). Las acciones de McCarthy, siempre de una fuerte carga sexual, son puestas en escena teatrales y drásticas de actos tabúes como el nacimiento y la muerte, el acto sexual, la sodomía y la masturbación. Remiten al orden familiar de tipo patriarcal como lugar de profundas perturbaciones: en <Bossy Burger>, 1991, o <Heidi> (con Mike Kelley, 1992). A diferencia del Activismo de Viena, con el que se suelen poner en relación las obras de McCarthy, no le interesa la autenticidad de los sentimientos reprimidos. Su materia es la influencia de las estructuras sociales y de los medios sobre el comportamiento  individual. El cuerpo es uno de los escenarios en los que se mezclan esas influencias. Sus puntos de referencia son los simulacros de un mundo feliz (o infeliz)= como Disneylandia, las películas de la serie B, las series de televisión y los cómics. Su empleo obsesivo de líquidos fabricados como kétchup o mayonesa como sustitutivo de los humores corporales marca el estado alienado hasta los tuétanos del individuo (norteamericano): McCarthy pone en escena situaciones sin solución, que reflejan las relaciones sociales de poder, para someterlas a sus devastaciones “de mal gusto”, simbólicas y tragicómicas.

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