Dentro de los cineastas que aparecieron en los ochenta, los
hermanos Ethan y Joel Coen llegaron a convertirse en el paradigma de lo que se
denominaba cine postmoderno. Esta nueva tendencia que desdeñaba el elitismo y
hacia una re-lectura de los diferentes géneros preexistentes, tenía la
intención de criticar, ya no de forma convencional, las imágenes clásicas y
modernas de los diferentes circuitos cinematográficos.
Aunque el concepto no arrancó desde el cine, para Umberto
Eco no se limitaba a un periodo determinado, sino a una actitud más espiritual.
Desde un inicio los hermanos nacidos en Minnesota mostraron, de una manera más exhaustiva
y simultánea, los diversos géneros que iban desde el cine negro (Sangre Fácil,
El hombre Que Nunca Estuvo) la comedia de situaciones(Educando Arizona), los
filmes de gansters ( De Paseo a la Muerte), o el policial(Fargo), pero como
dijimos es en su “actitud” donde encontramos los elementos recurrentes en todas
sus películas: el juego del humor sarcástico, la mala suerte como base del
relato, un cinismo intelectual que provoca el rechazo de muchos críticos y, por
supuesto, una mirada fatal, oscura y pesimista de la sociedad americana. Dentro
de su cine siempre ha estado la destrucción del sueño americano gracias a dos
elementos fundamentales: la ambición desmedida y una variedad de personajes
patéticos o esclavos de la monotonía. A partir de eso, lograban siempre una
precisión asombrosa en tiempo y espacio para contar una historia sin dejar de
lado ninguna artista que parezca un artificio de último instante. Sin embargo la
receta comenzaba a gastarse y se puso de manifiesto en sus dos últimas películas:
El Quinteto de la Muerte y Crueldad Intolerable. Intentos arrogantes y fallidos
de estilos añejos, dejando en evidencia una alarmante falta de ideas.
Después de cuatro años de ausencia y varios proyectos
fallidos, Cormac McCarthy- el escritos vivo más importante de EE.UU.- se
convirtió en el bálsamo de su nueva etapa. Sus novelas son perforaciones
constantes, rigurosas y violentas sobre la desdicha, la fatalidad y el destino,
elementos en común del cine de los Coen. “No Country For Old Men” es la novela
más cinematográfica de McCarthy. Explorando la naturaleza humana de sus
personajes de una forma poética y épica, y es por eso que al trasladar esta
literatura al cine los Coen han compuesto una de las películas americanas más
perfectas en mucho tiempo.
“Sin Lugar para los Débiles”
Desde un inicio el filme nos presenta la historia de tres
personajes en tres escenas memorables. Primero con la voz en off del Sheriff
Bell ( un soberbio Tommy Lee Jones) reflexionando sobre la sociedad
actual. A través de planos panorámicos
los Coen nos muestran de forma árida y minimalista la inmensidad del West Texas
y esas imágenes son apoyadas por el tono de desencanto y la desilusión sobre
una época ausente. En la voz afligida del Sheriff Bell percibimos que, a pesar
de venir de una estirpe de hombrs de justicia, existe en él incredulidad, una
falta de reacción y desgano que se va acrecentando mediante los grandes
angulares y la fotografía limpia del sur americano. Bell va a ser el personaje
que inicie y cierre la historia, pero es un personaje gris, aletargado, que no
comprende cómo su país ha cambiado y se ha vuelto preso del desencanto y del
temo. Temor hacia la maldad existente que aparece silenciosa, inquietante y
despiadada en la persona de Antón Chigurh ( Javier Bardem).
Con una toma aérea sobre su rostro observamos el placer del
crimen, pero sobre todo, la naturaleza del mal que radica en él. A diferencia
de Lester Ballard o el Juez Holden (personajes memorables de McCarthy), esa
maldad es parte de sus principios, un compromiso con él mismo y contra quién se
cruce por su camino y lo desafíe. Y la única persona que lo hace es Lewelyn
Moss(Josh Brolin). Cazador furtivo y veterano de guerra, Moss es un luchador
que ha visto esa maldad de cerca, la ha combatido y por eso su actitud
imperturbable al ver los muertos de una supuesta matanza que evoca al O.K.
Corral. Sorprende su carculadora ambición de ir por el dinero, de escoger un
destino incierto y ciertamente cruel. Con una depurada estructura de sus
secuencias, con una espléndida fotografía que acompaña a una estilizada
composición de los plano y un manejo cuidadoso de las elipsis, vamos a seguir
el recorrido de un superviviente que no es héroe ni villano, sólo un vaquero
retirado que sabe que tiene la única oportunidad para tener una vida mejor en
un territorio totalmente decadente.
Sin lugar Para los Débiles es una película difícil de
clasificar en el cine de los Coen, tiene un tono mucho más sombrío, áspero y
con una sorpresiva ausencia de humor y escasos diálogos. En muchos casos parece
un policial y el Sheriff Bell nos recuerda al personaje de Fargo, así como
tiene características del cine negro colocando como eje central la violencia y
el suspenso. La escena del “duelo” entre Chigurh y Moss nos recuerda a un
western, donde el inmenso desierto se traslada a las calles vacías y oscuras de
West Texas. Lo que sí existe en esta película es una confrontación tenaz entre
dos hombres persistentes y luchadores. Diferente es el caso del sheriff Bell.
Él es un simple observador, incrédulo en
relación a lo que está pasando, con un profundo sentimiento de culpa que lo
lleva a llegar siempre tarde a todo pero no por su ineficacia, sino para evitar
la violencia que lo rodea y poder
escapar de ese miedo literal que recorre en sus gestos y reflexiones. Bell es
todo lo opuesto a un Moss que se enfrenta con valentía y tenacidad a Chigurh,
hacia una suerte fatal. Porque Chigurh es también la imagen del destino que
aparece como las monedas que carga, y con las que decide, como en un juego,
quien debe vivir y quién no. Y sólo hay dos maneras de afrontarlo: peleando
contra él o tratar de nunca encontrarlo.
Al final, una vez que la persecución ha terminado, toda esa
violencia enfermiza y brutal va desapareciendo lentamente.
Al igual que Bell, nosotros también la dejamos de ver, y en
algnos casos no nos enteramos de lo sucedido. Ya no es necesario estamos llenos
de ella, esta pasa a ser sugestiva porque la encontramos en todos lados y como
dice resignadamente el Tío Moss, “ no podemos detener lo que viene”. Frase
genial que precede la última aparición de Chigurh en la pantalla.
A pesar de lo que le sucede, sigue vivo y continua su camino
para cruzarse con la desgracia de alguien más. Es el mal que no se puede
detener. Y definitivamente no lo va a hacer Bell, pues en la soledad del retiro
nos explica que este no es un país para viejos Sabemos por su sueño que no sólo
se refiere a anciano lisiados y veteranos de guerra, sino a aquellas personas que habitan en la
resignación, que esperan que otros hagan las cosas que uno mismo debe realizar.
Este no es un país para que los que cabalgan lentamente hacia el ocaso.
1.Fargo (1996)
En Fargo se resume el estilo cínico, sarcástico y crítico
que han logrado transmitir a lo largo de su filmografía. Así como su cine,
Fargo es una película de contrastes, que se mueve entre la comedia despiadada
hasta el policial más trágico.
Desde el comienzo, los Coen nos presentan una historia real
que no lo es: un padre de familia y hombre de negocios que está sumergido en la
impotencia, unos criminales torpes y poco inteligentes, y por supuesto un(a)
héroe de relato policial que tiene siete meses de embarazo. Fargo es una
historia llena de personajes anodinos, presas del tedio, pero que son filmados
desde la desgracia y la ironía. Sin embargo, lo maravilloso de la película está
en el retrato de las diversas personalidades humanas que se mueven en los
desolados y níveos paisajes de Minnesota, donde cada plano, cada diálogo está
estrictamente planificado y la cadencia del film reposa sobre la ingenuidad de
estos personajes que luchan desespe por ser reales, aunque sus historias sean
disparatadas y absurdas.
2. El Gran Lebowski (1998)
El Gran Lebowski trasciende todos los modelos anteriores (posteriores
también) del cine de los Coen. Es como si fuera una película sobre “nada”,
rebosante de diálogos sin sentido, situaciones inverosímiles que superan lo
ridículo, personajes extremos y caricaturescos de escenas coloridas y viajes
oníricos. También encontramos el símbolo de la contracultura, de la crítica
hacia el elitismo impostado, de la guerra y violencia como forma de vida
americana. Y claro, nos encontramos también con el “Dude”, un personaje
profundamente humano, un clásico romántico que celebra la vida de una bata de
baño y jugando a los bolos. “Un hombre perfecto para su época y estilo, alguien
que encaja perfectamente en la sociedad en que vivimos”.
3.De paseo a la muerte (1990)
De paseo a la Muerte es el gran ejemplo de que los Coen no
solo hacían una revisión de géneros Inspirados en las novelas de Dashiell
Hammert y en los filmes de los treinta, la película ambientada en una ciudad
sin nombre donde sus personajes presentaban las preocupaciones cotidianas,
acarreaban algunos problemas sentimentales, pero mantenían una amistad
inquebrantable. Claro que hay balaceras
y corrupción; y casinos y matones y todo eso, pero el lirismo con que
esta descrita la violencia demuestra que los Coen proponían una narración más
fluida, manejada a través de magníficos travellings y profundidades de campo.
Cerca de cumplir 20 años, De paseo a la muerte se enriquece todavía en su
virtuosismo y en el detalle.
4. Barton Fink (1991)
Barton Fink es la historia de un escritor y del síndrome inevitable
de la página en blanco. Escrita durante la filmación de De Paseo a la Muerte,
los Coen abordaron toda la paranoia que acoge un joven dramaturgo (John
Turturro) durante el proceso creativo luego de un breve éxito como escritor en
Broadway. Con una directa crítica a esa demoledora maquinaria de sus sueños que
es Hollywood, la película se concentra en el aislamiento del escritor ante la
presión que este laberinto de ideas y situaciones se resuelven en un artificio
surrealista, donde lo real llega a ser más importante que la ficción, sobre
todo si esta última está oculta en una pequeá caja de cartón.
5. Educando a Arizona (1987)
Educando Arizona es el retrato perfecto de los comienzos de
una década de cambios en los EE.UU, y es también la aventura más disparatada y
justa por conseguir el verdadero sueño americano: ya no el del dinero, sino el
de conformar una familia. Combinando todos los modelos posibles de las comedias
clásicas y del cartoon, el matrimonio McDunnough se esfuerza por conseguir lo
que la sociedad les impide, celebrando la anarquía como principio moral y como
única salida al orden establecido. Educando Arizona es la película más
nostálgica de los Coen y sin embargo hay una pequeña dosis de optimismo que
hasta la fecha no lo han querido recuperar.
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