1969. Cuenca, Ecuador.
Consciente de que el artista no peude estar al margen de los
eventos no siempre agradables y en un intento por presionar los límites entre
el arte y la realidad, Ochoa crea sus obras partiendo de una situación
concreta, hace entrevistar y recrea situaciones. Las suyas son realizaciones
comprometidas que implican una investigación que dibuja un mapa etnográfico de
las comunidades y los personajes involucrados.
En Sad.Co. –The Blind Castle (2003), realiza una compleja instalación
con los remanentes físicos y culturales que la transnacional norteamericana,
llamada South American Development Company, dejó tras su establecimiento en
Portovelo, Ecuador, entre 1860 y 1946.
Hablando con los “actores” de la historia, viejos mineros de
la Sad. Co que convierte en documentos vivos, Ochoa analiza las relaciones
neocoloniales y las estrategias de resistencia. Así, con un despliegue de
elementos visuales articulados entre sí, transita por la historia industrial de
tantos lugares de Latino América; una historia de avances y abandonos.
En El cuarto oscuro (2004), analiza conflictos relativos a
los desplazamientos, trayendo a la luz problemáticas como la memoria colectiva,
la reconstrucción de la subjetividad y
el andamiaje conceptual del poder sobre el tema del progreso en relación con
los sujetos.
Contagio(2003.2004) es un registro de varios días y noches
sobre las relaciones que Víctor López actor desempleado durante la crisis
económica argentina, estableció con personas que vivían en la calle. Ochoa
plantea así el binomio ciudad-desierto, cronotipo mitológico de la
contemporaneidad como zona ampliada del campo artístico.
En su deseo de retratar la realidad, Tomás Ochoa transita
también por el mundo de cárceles y reformatorios. Cinco Puntos(2005) contradice
prontuarios y “retratos sociales” con el autorretrato que los reclusos hacen de
sí mismos a partir de sus vivencias en el taller de su fotografía dirigido por
los autores del proyecto.
Estas obras son construcciones poéticas, donde el artista
actúa también como etnógrafo, como sociólogo, pretendiendo acercar el arte a la
realidad, colocándose en situación de
acción, interacción y participación.
Ochoa trabaja como un investigador, como un coleccionista de
historias y memorias, detrás de las huellas, de los restos de los otros
realizando un mapa crucial para restituir una memoria suprimida. Todas sus
obras son emocionantes retratos de los ángulos más desprovistos de la sociedad,
pero en realidad el tema es un pretexto para expresar estructuras internas más
profundas, más intemporales y por lo tanto más cercanas al arte.
Frente al mundo exterior dilacerado, la poética encuentra la
fuerza de reunirlo en una totalidad que no esconde su origen fragmentado ni
acentúa la pluralidad de significados contingentes.
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