Inauguración :
02 AGOSTO – 7:30pm.
Duración : Hasta el 31 de agosto de
2012 .
Lugar : Vértice Galería de
Arte
Calle Ernesto Plascencia 350, San Isidro.
Horario :
Lunes a viernes de 11:00 a.m. a 8:00 p.m. Refrigerio de 2 a 3pm. Sábados de 3 a
7:00 p.m. INGRESO LIBRE
Vértice Galería de Arte presenta la exposición
titulada “ Paralelo 12º ” individual de la reconocida fotógrafa Nelly García
con la curaduría del crítico de arte Jorge Villacorta. La muestra, cuyo tema
principal es el mar, esta conformada por 16 fotografías de formato grande en
blanco y negro, video y 4 piezas escultóricas de cerámica intervenidas con
fotos y dibujos.
Nelly García aborda el paisaje de manera muy
personal aportando con su mirada a un género clásico y a la vez inagotable, que
se mantiene vigente precisamente porque es el ser humano quien lo configura y
reinventa desde sí mismo.
Así tenemos en el exterior, frente a nosotros, la
naturaleza observada y frente a eso el ojo de la artista; en medio, el instante
seleccionado de donde surge cada una de las imágenes que veremos en la muestra.
Las fotos de Nelly García invitan a la contemplación, especialmente porque nos
hacen sentir que ese segundo fugaz se ha convertido en algo perdurable. Los títulos de las obras se consignan por su
ubicación precisa en el globo o terráqueo mediante coordenadas como una manera
de convertir en algo tangible esos momentos de tiempo de observación pasajeros
Finalmente podemos acotar que gracias al lente de
Nelly García, el mar, ese territorio inexplorado y por tanto misterioso, se
torna en un lugar hacia donde se mira reiteradamente al horizonte sin límites,
lo que nos invita a pensar en estas marinas como metáfora de libertad.
La artista también presentará una carpeta (edición
de 20) con 5 imágenes de las obras que conforman la exposición.
Muchas gracias por
su atención.
TámiraBassallo
Vértice
Galería de Arte
T.
4213856 / C. 998558440
TEXTO
VASTEDAD DE LAS AGUAS
Constatar lo inabarcable del horizonte marino golpea contundentemente los
sentidos pero nunca ha sido óbice para el artista visual. Los cuadros que
representan el litoral como paisaje, son conocidos como ‘marinas’ y condensan
la atmósfera en puntos específicos de encuentro entre la tierra y el mar, donde
las aguas y las nubes se mueven o se agitan con la brisa o el vendaval, y donde
las mareas se explayan desde siempre, según influjo planetario,
invariable. Con el óleo o la acuarela,
el pintor, sobre todo si trabaja directamente ante el horizonte, tiende a construir
desde la amplitud de la escena natural un sedimento de libertad acrisolada en
pintura. De eso intenta convencernos.
En fotografía es diferente. Los bordes de la tela se tornan flexibles
cuando el espejo de la pintura habla de la libertad de un individuo. Pero,
¿dónde está la libertad de un fotógrafo que conjuga una visión del horizonte
marino en blanco y negro, y sin acrisolar nada visiblemente? El encuadre del
visor es ambiguo en su capacidad excluyente: algo queda dentro, algo queda
fuera, pero ¿qué? La prerrogativa del acto fotográfico es extraer lo que
obsesiona, presintiéndolo a la luz de una inteligencia normalmente oculta,
cuando ante lo real se distienden capas sensibles de la memoria y la
percepción, en un instante que necesariamente es libremente deseado.
El encuadre contiene y delimita, y también nos deja libres como
observadores, aunque no lo reconozcamos fácilmente. Sus bordes nos sueltan en
su interior con licencia para abarcarlo todo. Eso creemos, en ello confiamos.
Creemos que lo abarcamos todo con los ojos, pero es tan solo una visión nacida
de la confianza en la técnica invisible. Nosotros, a diferencia del fotógrafo,
solo estamos solos con nuestra sed todo el tiempo.
En sus imágenes fotográficas Nelly García persigue un movimiento que sale
de ella y vuelve a ella, una pulsión que transporta la mirada sobre aguas que
son y serán siempre. El mar emana de su infancia: en el principio estaba el
mar. Así como ahora el mar la lleva consigo a través de cada encuadre, en el
punto sobre la superficie de la Tierra en el que se halla. Sus mares llevan por
único título unas coordenadas, medidas convencionales denominadas longitud y
latitud, necesarias para indicar con precisión el lugar en el globo. El mar que
en cada imagen nos presenta nunca tiene nombre propio aunque lo tiene en su
recuerdo y está asociado a una música de los sentidos que apenas late,
abstraída en el tiempo detenido de la fotografía. Es el fruto robado a la
rutina en viajes en los que el mar es una superficie surcada por embarcaciones
de los más distintos calados. La fotógrafa se toma el tiempo entre manos. Su
libertad es todo menos escueta: sus ojos surcan la faz de las aguas, recorren
los cielos sobre ellas. Registran reflejos, celajes, oleajes, maretazos.
Amaneceres y ocasos. Nubes en desplazamiento. Luz de mediodía, sol a plomo sobre ella y sobre el mar. Y sol que
declina.
Antes, Gustave Le Gray, primero pintor, luego fotógrafo, pasó tres años en
el siglo XIX fotografiando mares y cielos, pero estaba persiguiendo la luz que
inundaba la visión de mares y cielos; iba en carrera en pos de lo efímero. En
aquel tiempo, el mítico tiempo de los inicios de la fotografía, originó una
visualidad nueva de la mano de la nueva técnica. Creó imágenes marinas, que en
algunos casos convertía en escenario de drama solar; y en otros, en prueba
fehaciente de la invención de la instantaneidad. Sus imágenes de olas en
rompiente concretaban un sueño, acariciado por quienes habían visto nacer a la
fotografía: la fugacidad tornada en imagen bidimensional. El mundo fugitivo,
ejemplarmente significado por el mar, en su movimiento constante, fue mostrado
detenido por vez primera en la fotografía. Conmocionó a sus contemporáneos con
su arte; y posiblemente señaló un camino a los pintores impresionistas. Luego
sufrió una sequedad de sentido y padeció una sed de lejanía que buscó saciar.
Abandonó la fotografía.
El Génesis nos dice que en el principio el Espíritu de Dios se movía sobre
las aguas. Y el Evangelio, que el Espíritu se mueve donde quiere. En el ocaso
de la contemplación hoy, sola consigo misma, Nelly García mira el mar, luego
hace la toma, insignificante ante la vastedad de las aguas que inhalan y
exhalan con la potencia inagotable de origen.
El mar deja de ser mar para ser tiempo recobrado. Para volver a empezar y
ver una vez más.
Jorge Villacorta Chávez. Lima 2012
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