Cerca y lejos de nosotros existen colectivos sociales
empeñados en preservar viejos paradigmas, grupos humanos para los que no existe
más allá que la costumbre y donde lo establecido es impermeable a la punzante
ligereza del pensamiento renovado de nuestros tiempos. Es siempre el fotógrafo observador
activo de estos eventos ocultos tras la cotidianeidad, activo en cuanto que lo
que observa es, de por sí, acto de comunicación materializada en imagen
elocuente.
Es en este contexto, que la autora encuentra un grupo de
exiliados y autoexiliados de la realidad que les corresponde habitar, personas
que, por una u otra razón (comprensible o no) ha sido obligados a ocultar su
identidad, sus preferencias y convicciones. Postergados en el mismo espacio que
los vio nacer, “Exiliados”, pretende retratar un recorrido interno, la soledad
del abandono propio. El desapego de uno mismo y de la propia identidad. Se
propone como un ensayo del silencio, del deseo de anonimato, en un espacio que
nos pierde y que no deja mostrar quiénes somos realmente.
La lente se posa sobre el correlato entre el personaje y el
espacio del exilio, espacio común a todos, territorio ordinario que sirve como
prisión o ámbito vital, dependiendo de quién seas y qué hagas, dependiendo al
fin de cuentas, de con quién estés de acuerdo o en desacuerdo. Los personajes,
hermosos y solitarios, ocultan el rostro detrás del mismo velo que recubre su
entorno, transfigurando lo ordinario en el escenario onírico de la
representación necesaria para la supervivencia. Exiliados nos pone al tanto del
ejercicio de la libertad y del lugar en el que este se lleva a cabo, nos
cuestiona sobre la amplitud de acción en nuestros propios espacios y sobre la
habilidad adquirida de ocultarnos en ellos.
Germán Vegas.
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